El Castillo de Vladmord.

Al fin llegué a un pequño poste donde ponía: <<Castillo de Vladmord el Dragón, a 5oo pies hacia el Sur>>.

"¡Viva yo! ¡Solita a la boquita del lobito!" pensé rabiosa, daba igual así al menos sabría donde estaba...

El camino ascendía y descendía si parar, parecía como si jugase conmigo... hasta que llegué por un llano y llermo acantilado, muy fúnebre. El castillo, era muy lugubre, no tenía nadie vigilando a su entrada... era algo, muy sospechoso... Me acerque hacta que solo quedaban unos centimetros del humbral de la puerta, y llamé.

El gran golpe sonó por todo el espacio hueco y olvidado del castillo. Esperé un rato, y una pequeña ventanilla se abrió, dejando a la vista los ojos de un dragón verde. Dijo:

-¿Quién eres, y que quieres?- preguntó con una voz ronca e inconfundible de un dragón centinela.

-Vengo de visita,- respondí yo- espero no causar molestias, ¿puedo ver a tu señor Vladmord?

-No recibe visitas de cualquiera, ¿sabías? Debes de ser alguien importante para que te deje pasar...-respondió a mi pregunta.

-De acuerdo, yo soy una princesa, la de Mundo Ruahk, por favor, déjame pasar.- respondí de buenas maneras.

-Pasa...- dijo a regañadientes.

El gran portón se abrió, dejando a la vista un grandioso recibidor, el centinela dragón, que no era mucho más bajo que yo, de color verde, con un uniforme de la casa, me llevó por los oscuros pasillos hasta la sala del Gran dragón Vladmord.

La sala tenía una garan puerta, por la que o agraciadamente cabía. Le dí las garias al dragón centinela, y me volví hacía Vladmord. Era un dragón negro, impetuoso, de unos ojos amarillos con el vorde de color rojo intenso, sus pupilas me miraron, de hito en hito, excrutándome, me dijo al fin:

-Así que una princesa, ¿de dónde?... Si es verdad que existe, le voy a conquistar con su permiso sus terrenos...estoy escaso de batalla y victoria... seguro que usted me brindaría el placer de poder conseguirlo.

-Claro... siempre que ustad poueda ir como un metorito y salir de su planeta...

-¿Me estás tomando el pelo, qué bobadas son esas...? ¡Prenderla!-grito eufórico.

Aunque salieron muchos dragones centinelas, no tuve miedo... eran fáciles de matar. No eran demasiados. Antes había luchado contra cosas peores... al fin terminé con una de las primeras filas, las siguientes fueron más fáciles, su táctica de batalla era a la agresiva. Ya quedaba una única fila, muy blanda para ganarme a mí, depués de ellos estaba Vladmord. No tardé en derribar y matar a todos, cuando ya iba a por el gran dragón.

Más grande unos centímetros que yo incluso, alzó una de sus grandes zarpas la cualyo alcancé con mi espada y corté. Un gran gemido se escucho en la habitación, hasta que se hizo más intenso y desapareció por completo. Sólo tuve que clavarle la espada de lleno en el corazón, fue fácil. Para que nadie dudase de mi hazaña, corté la cola de Vladmord, y con una de las cuerdas que llevaba, la colgué a mi cadera y salí fuera, al pasillo de la fortaleza. Sólo había un dragón morado, muy escuchimizado, que me pedía a gemidos que le llevase a dónde fuera y que no le matase. Le hice caso y lo puse a mi mando, me primer súdito.

Me enseñó entera la fortaleza. Era más grande de lo que pensaba. ¡¡¡Desde ese momento era TODA MÍA!!!